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Cuando hablamos de Pelota Vasca, hablamos de tradición. Una tradición muy arraigada en la cultura de muchas regiones, especialmente en Euskadi, Navarra y la Rioja, y que se remonta a tiempos inmemoriales.

La pelota es un juego universal, y a lo largo de la historia numerosas civilizaciones han practicado distintos juegos de pelota. Para ello, solo se necesitaba un móvil redondo, ya podía ser elaborado con cuero, hilos y trapos, o rellena de granos de cereal. Con esta “pelota” competían individualmente, donde el juego permitía la distracción y el desafío personal.

La pelota, que se ha jugado desde los romanos, griegos y en todos los continentes, ha evolucionado hasta el deporte que hoy conocemos. Los vascos han sabido guardar la aportación de otras civilizaciones, y aportando numerosas modificaciones y materiales para su uso.

La historia acepta que la romanización, allí donde se produjo, implantó la pelota en Europa. Es Francia la pionera en el juego de pelota, el Jeu de Paume, un juego practicado en las praderas y plazas de los pueblos, mantuvo su nombre de paume (palma) donde los burgueses y aristócratas empleaban guantes y raquetas. En los siglos XII y XIV el juego de «paume» se generaliza por toda Francia.

En el siglo XVIII, siglo de la Revolución francesa, se produce el ocaso de la pelota europea en Francia, Italia e Inglaterra se opta por las costumbres refinadas y se pierde interés por la pelota, y el «jeu de paume» sufre una decadencia espectacular. Sin embargo, en el País Vasco, el juego de pelota es un modo de vida.

Los dos elementos más característicos del juego de pelota vasca, que no se utilizaban en otros lugares fuera del País Vasco, eran el tipo de pelota (grande, pesada y tosca), y los guantes, que estaban fabricados con cuero.

Es en la última década del s.XIX cuando se asientan las modalidades más representativas de la pelota: mano, pala, remonte y cesta-punta, llevando estas modalidades a gran parte del mundo. América será el continente acogedor el juego de pelota que hoy en día conocemos los vascos.

A día de hoy, ha dejado de ser un sólo un juego tradicional para convertirse en todo un deporte, con una amplia estructura organizativa. El primer paso se dió en 1929, cuando se creó una Federación Internacional de Pelota Vasca.

Y por supuesto, no habría pelota sin pelotaris, que desarrollan el juego a gran velocidad y ritmo, para disfrute de los espectadores. Años atrás, era fácil reconocerlos por su uniforme de pelotaris, blanco e inmaculado. Uniforme que ha ido cambiando, dejando de lado las alpargatas, por zapatillas apropiadas para el deporte. Cambiando la camisa de manga corta, por una camiseta ajustada de color rojo o azul, adornados con patrocinios o empresas de pelota a las que pertenecen.

Los frontones también han sido modificado, ya no son blancos sino que se han sustituido por el verde. Al igual que la pelota, que ha pasado a ser blanca.

Un juego donde se unen tradición y deporte, cultura e historia en las zonas de Navarra, País Vasco y algunas de La Rioja. Pero sobre todo, un juego que nace desde pequeños, en el frontón y con los ojos atentos del padre o el abuelo. Y tú, ¿recuerdas tu primera pelota? ¡Cuéntanoslo en un comentario!

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