Si eres de la zona norte, seguro que has oído hablar o incluso has visto una Eguzkilore, pero, ¿sabes qué es exactamente?
La Eguzkilore es también conocida como la flor del sol o Carlina acanthifolia, y no, no tiene nada que ver con los girasoles, aunque compartan una parte de su nombre. Es un cardo que crece en estado salvaje en los montes de nuestro entorno y a la que se le atribuye un origen mitológico. ¿Quieres conocer más acerca de su historia?
Hace miles de años, cuando la vida comenzó en la Tierra, no existía el Sol ni la Luna.
Hombres y mujeres vivían en la oscuridad, asustados por las criaturas que salían de las entrañas de la tierra.
Los seres humanos, decidieron pedir ayuda a la Tierra.
– Amalur, Madre Tierra, te pedimos que nos protejas de las criaturas que nos acechan.
– Hijos míos -les dijo la Madre Tierra- crearé un ser luminoso al que llamaréis Luna.
Y la Tierra creó la Luna.
Al principio, las criaturas se asustaron y permanecieron en sus cuevas sin atreverse a salir, pero no tardaron en acostumbrarse a la luz de la Luna.
Una vez más los seres humanos acudieron a la Tierra.
– Amalur, Madre Tierra, gracias por crear la Luna, pero aún necesitamos algo más poderoso, puesto que las criaturas no dejan de acosarnos.
– De acuerdo -respondió la Madre Tierra- crearé un ser todavía más luminoso al que llamaréis Sol. El Sol será el día y la Luna, la noche.
Los seres humanos se alegraron, el Sol era tan luminoso y caliente que gracias a él, crecieron las plantas.
Sin embargo, las criaturas y las brujas no pudieron acostumbrarse a la claridad del día y solo pudieron salir de noche.
Angustiados los seres humanos, pidieron nuevamente ayuda a la Tierra.
– Amalur, Madre Tierra, estamos muy agradecidos por tus regalos, la Luna y el Sol, pero aún necesitamos algo más. Durante el día no tenemos temor, pero al llegar la noche las criaturas salen de sus cuevas y nos acechan en las sombras.
De nuevo, Amalur escuchó sus súplicas.
– Está bien. Voy a ayudaros una vez más, pero esta será la última. Crearé para vosotros una flor tan hermosa que, al verla, las criaturas de la noche creerán que es el propio Sol y os dejarán tranquilos.
Y la Tierra creó la flor del Sol, Eguzkilore, que hasta nuestros días defiende las casas de los malos espíritus, las brujas, las lamias, los genios, la enfermedad, la tempestad y el rayo.
Tras muchos años de historia, la Carlina acaulis sigue siendo todo un símbolo en el norte peninsular. De hecho, esta flor seca, se coloca en la puerta de entrada de los caseríos como una representación del astro diurno y para que desempeñe las mismas funciones místicas atribuidas al sol. Es decir, tiene la misión de ahuyentar a los malos espíritus, impedir la entrada a las brujas, disuadir de las enfermedades, de la tempestad, los rayos, etc.
¿Conocías la leyenda de este cardo tan popular? ¡Cuéntanos en los comentarios si tienes una de ellas sobre tu puerta!